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Emprender y deporte

Zapatillas, lluvia, agujetas y emprender

  Emprender y deporte ¿Es suficiente con la motivación?

 

El año que viene empiezo a hacer deporte. El año que viene empiezo ya con mi proyecto. Y sí, empieza el nuevo año y tú motivado con lo que te has propuesto.

Y comienzas a levantarte temprano para correr.

Y te pones las flamantes deportivas que te han regalado en Navidad, y la estupenda ropa deportiva de marca que no te queda como un guante, todo hay que       decirlo, pero que es chula, sí. Y sales a la calle a comértela, literalmente…

Y tras cumplir con la ruta y el tiempo que te habías marcado, llegas a casa echando casi el bofe, pero contento porque has empezado a hacer deporte. Tal y como    te propusiste. Genial.

Y llega el día siguiente. Suena el despertador y otra vez a correr. Y te das cuenta que casi no lo puedes apagar, porque tienes agujetas hasta en las agujetas. Pero     te levantas, te vistes con esfuerzo y otra vez a la calle, a comértela de nuevo. Eso sí, hoy como no te puedes mover, vas más suave, y estás menos tiempo. Llegas a   casa más machacado que ayer, pero bueno, el deporte es así…

Y otro día. Agujetas hasta en las agujetas de las agujetas. Suena el despertador…Lo apagas, y vaya, te quedas otros 10 minutos más en la cama…Y ves tus     flamantes zapatillas esperándote, deseando que las calces, pero apartas la mirada. Te levantas, te vistes y vuelves a salir a la calle. Pero con menos ganas de   comértela hoy. Hoy solo vuelta a la manzana…

Que de verdad que no puedo. Y en 5 minutos, en casa. Y llega de nuevo la mañana. Y suena el despertador. No, hoy no suena. Es sábado, y quedaste que los fines   de semana ibas a descansar. Que en estas cosas no hay que abusar.

Y tras un fin de semana de excesos, vuelve a sonar el despertador el lunes. Y lo apagas. Te duelen todavía las agujetas y además, es lunes y está lloviendo. Media   vuelta, a seguir durmiendo y dices que mañana vuelves a correr…

Martes. Suena el despertador. Te asomas a la ventana, y sí, continúa lloviendo y, además, hay niebla. Mañana sin falta…

Otro día y vuelve a sonar el despertador. Y sigue lloviendo. Y sí, te levantas, pero no para correr. Has quedado temprano con tu socio para revisar vuestro   proyecto empresarial y eso no puede pasar de hoy, que ya lleva tiempo atrasado. Y dejas de bajar a correr. Porque te dices que no te da la vida para tanto, y que   eso del deporte está muy bien, pero que ahora mismo, no es para ti. Que cuando llegue el buen tiempo, y antes de verano, vuelves. Y coges tus flamantes   zapatillas nuevas y las guardas en su caja…Hasta otra.

Además de comenzar a hacer deporte a primeros de año, también te propusiste empezar ya con tu proyecto empresarial. No estaba perfecto aún, y ahora crees   que ya lo está, porque si no estaba perfecto (al igual que tener unas perfectas zapatillas para correr), era una tontería empezar…

Y esa mañana, en la que sigue lloviendo, y en la has dejado uno de tus propósitos para el nuevo año, por fin quedas con tu socio para comenzar sí o sí tu aventura   empresarial, que ya tocaba y no se podía dejar atrasar más. Y al menos este propósito lo tienes que cumplir. Que no pase como hacer deporte…

Y con una motivación que no te cabe en el pecho, a la semana ya tenéis abierto vuestro negocio. Por fin… Y deja de llover. Y pasan los meses y sigues motivado y   contento con tu nuevo proyecto…Pero los números positivos no salen, aunque eso ya os lo advertía vuestro flamante plan de empresa. Y eso que ya lo sabíais…

Y un día, en el que vuelve a llover, tu socio te dice que no aguanta más, que lo deja. Que no puede estar así más tiempo, y que se va a buscar otra cosa, que esto de no ganar no es lo suyo. Que el montó el negocio contigo para ganar, pero para estar, así como que no…

Y sigue lloviendo. Y te quedas sólo, ya con menos motivación y con la sensación de que tal vez, emprender no era para ti. Y decides dejar tu proyecto empresarial,   al igual que hizo tu socio.

Y pones ‘closed’ en la puerta. Hasta otra…

La motivación por sí misma no te garantiza nada. A lo mejor, estuviste en un curso de motivación empresarial, o leíste un libro sobre este tema, que te hizo   lanzarte a esta nueva aventura.

No hace falta recordarte, porque ya lo has oído hasta la saciedad que, alrededor del 80% de los emprendedores, abandonan su negocio durante el primer año.  ¿Qué paso en ese caso? ¿Perdieron la motivación? ¿Esa motivación les duró hasta que les llegó el primer problema o hasta que vieron que su idea no era tan   buena como ellos creían?

La motivación claro que es necesaria para iniciar el emprendimiento, pero por sí sola, no. Lo ideal es una motivación con perseverancia, saber que habrá   momentos complicados, pero que vas a ser capaz de afrontarlos y no darte por vencido a las primeras de cambio…

Aunque llueva y tengas agujetas…

 

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